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Para nadie es una sorpresa que la salud mental de todas las personas se ha visto negativamente afectada producto de la pandemia. Tanto por el encierro obligado como la necesidad constante de cuidado que existe para no contagiarse del temido Covid-19.
Esto ha provocado que padres, madres e hijos/as se queden todo el día en sus hogares, ya sea para estudiar o trabajar, lo que implica un aumento y una superposición de actividades en casa. Si los papás y mamás necesitaban ayudar a sus hijos e hijas con las tareas antes de la pandemia, hoy en día tienen que además enseñarles cosas básicas que la educación en línea no ha logrado cubrir. A esto se le debe sumar la crisis social que afecta al país desde octubre de 2019, la que solo se vio reducida debido a la pandemia, pero que sigue ahí y que es probable que se reactive con más fuerza una vez que la situación se normalice.
El análisis académico realizado por Marcia Olhaberry, Josefina Escobar, Daniela Oyarce, Catalina Sieverson, Daniela Aldoney y Carola Pérez publicado en Ciper y titulado como “Criar y crecer en tiempos de COVID: cómo la pandemia ha deteriorado el bienestar de madres, padres y niñas/o”, tiene un enfoque internacional y otro nacional, donde se revisa y compara las realidades de padres y madres frente a los cambios que esta enfermedad les ha obligado a realizar.
En el caso internacional, se destaca el deterioro a nivel psicológico, familiar y social debido al temor a contagiarse y la pérdida de rutinas diarias (Jiao et al., 2020; Provenzi & Tronick, 2020). Estos problemas tienen como consecuencia el menor desplazamiento, contacto social y, por consiguiente, elevado estrés parental. La educación en línea también ha provocado que el tiempo de los niños/as frente a las pantallas aumente, produciéndose por consiguiente una disminución en la actividad física, problemas para dormir y una dieta menos saludable. Además de todos estos problemas físicos, se vive una situación complicada debido a que los niños/as están en época de formación de sus personalidades, desarrollo físico, cognitivo y social, por lo que se encuentran con emociones confusas como la dificultad para concentrarse y altos niveles de irritabilidad.
“En este sentido, los niños/as constituyen un grupo de riesgo en contextos de crisis y requieren ser visibilizados, dado que se encuentran construyendo las bases de su personalidad y desarrollo posterior, especialmente los menores de 5 años, una edad en la que estos procesos ocurren de manera más significativa”, indican los autores.
En tanto los padres y madres, son las mujeres quienes según estudios de UNICEF han experimentado un mayor impacto negativo debido a la carga extra de trabajo no remunerado en el hogar y cuidado de los más pequeños, experimentando dificultades para balancear las tareas diarias. “En específico, la evidencia internacional muestra mayores niveles de estrés, desgaste, ansiedad y depresión en padres y madres durante la pandemia (Gromada et al. 2020), así como un mayor deterioro en la salud mental de este grupo en comparación con otros adultos sin hijos/as (Alonzo, Popescu & Zubaroglu, 2021; Park et al 2020; Russell et al 2020)” menciona la entrada Ciper.
Aún así, el panorama nacional no es tan distinto. Los estudios realizados muestran resultados bastante consistentes entre sí, encontrándose mayor irritabilidad, tristeza, menos capacidad para disfrutar y problemas para regular las emociones, tal como ocurre en la mayor parte del mundo.
Las cifras muestran también la mutua influencia que existe entre padres e hijos/as, donde si los primeros tienen un deterioro en su funcionamiento cotidiano, esto impacta directamente en el funcionamiento cotidiano del niño/a (Olhaberry, Sieverson, Franco, Romero, Tagle, Iribarren, Honorato, 2021). En los más pequeños se notan conductas disruptivas (agresividad, por ejemplo), mientras que los mayores demuestran síntomas internalizantes (ansiedad y depresión) (Escobar, Panesso, Franco, Cardemil, Grez, Del Río, Del Río, Vigil, Durán, 2021).
Si bien los estudios internacionales y nacionales muestran reacciones similares de padres, madres e hijos/as frente a la pandemia, es necesario recalcar las diferencias culturales, sociales y económicas que pueden influir. Los cuidados infantiles se complican por falta de tiempo, necesidad de producir dinero para mantener el hogar y los problemas de salud mental que traen el encierro y la irritabilidad. Es necesario que existan redes de apoyo para madres y padres, y que se normalice la crianza compartida, donde no se le asignen más tareas a uno de los individuos. Si no ocurre esto, se puede producir un desgaste materno, pensando en las mujeres que trabajan y cuidan del hogar, lo que puede llevar a negligencias, violencia y deseos de escapar que eventualmente se podrían traducir en violencia intrafamiliar.
No se puede negar que las diferencias socioeconómicas en la sociedad chilena afectan en la crianza de los niño/as. “Una situación socioeconómica acomodada durante el confinamiento, abre la posibilidad de contactarse con oportunidades de descanso, encuentro familiar, y recursos parentales, en la medida que las necesidades básicas ya se encuentran cubiertas y no representan una preocupación mayor” apuntan los autores de la entrada Ciper, cosa que en estratos más bajos no se produce.
Estos estudios representan una oportunidad para reconocer las falencias del sistema educacional y de salud mental que ofrece el Estado chileno. Si bien los problemas se han visto incrementados debido a la pandemia, la poca ayuda que reciben los grupos socioeconómicos más bajos en términos monetarios, de calidad de educación, acceso a internet y pocos espacios recreacionales influyen directamente en la calidad de vida de las familias y, por consiguiente, en su relación con los más pequeños de la casa. Es necesario brindar un apoyo integral y universal para reducir factores de riesgo en niños y niñas, a partir del soporte de madres, padre y cuidadores.
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Referencias
– Alonzo, D., Popescu, M. & Zubaroglu Ioannides, P. (2021). Mental health impact of the Covid-19 pandemic on parents in high-risk, low income communities. International Journal of Social Psychiatry https://doi.org/10.1177/0020764021991896
– Escobar M.J., Panesso C., Franco E., Cardemil A., Grez A., Del Río P., Del Río J.P., Vigil P., Durán
C. (2021) «Efectos de la pandemia y las medidas de confinamiento sobre la salud mental en
población infantil de Chile». Manuscrito actualmente en revisión para publicación.
– Gromada, A., Richardson, D., Reese, G. (2020). Childcare in a global crisis. The impact of Covid-19
on work and family life. UNICEF Office of Research. Milan, Italy: Innocenti Research Brief
https://doi.org/10.18356/16d757a1-en
– Jiao, W. Y., Wang, L. N., Liu, J., Fang, S. F., Jiao, F. Y., Pettoello-Mantovani, M., & Somekh, E. (2020). Behavioral and emotional disorders in children during the COVID-19 epidemic. The journal of Pediatrics, 221, 264. https://doi.org/10.1016/j.jpeds.2020.03.013
– Olhaberry, M., Sieverson, C., Franco, P., Romero, M., Tagle, T., Iribarren, D., & Honorato, C. (2021).The impact of COVID-19 on experiences of pregnancy and/or early parenting in Chile. Manuscrito actualmente en revisión para publicación.