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Por: Josefa Aravena, ayudante del Programa Formando Ciudadanía Digital
Es usual observar que se condene el uso de Internet por tiempos prolongados en niños y adolescentes debido a que estaría relacionado con una baja de la calidad de vida y, por sobre todo, de la salud mental de los involucrados. A partir de esta idea, Daniel Kardefelt Winther, Gwyther Rees, y Sonia Livingstone llevaron acabo el estudio “Contextualización del vínculo entre el uso de tecnologías digitales en adolescentes y su salud mental: un estudio multipaís sobre el tiempo que se pasa en línea y la satisfacción con la vida.”
La mayor parte de los análisis que se realizan cuando se quiere estudiar cómo afecta el tiempo en línea a adolescentes tienen su base en Europa o Estados Unidos, en general, países con altos ingresos económicos donde erróneamente los resultados obtenidos se generalizan y aplican al resto del mundo, sin considerar diferencias culturales, socioeconómicas y otras que podrían afectar al resultado.
Este estudio tomó como referencia cuatro países, dentro de los cuales se encuentra Chile, además de Bulgaria, Ghana y Filipinas, esto para lograr comparar resultados entre naciones con distintos trasfondos económicos. Así, a través de distintas variables como datos sobre el uso de Internet y preguntas a adolescentes y padres acerca de salud mental y relaciones con familiares y amigos, se logró llegar a diversas conclusiones.
Las más importante, sobre todo si se quiere observar desde el programa de formación de Ciudadanía Digital, tiene relación con que en Chile los adolescentes que durante los días de semana ocupaban Internet por más de dos horas, tenían niveles de calidad de vida menores. A pesar de esto, cuando se toma en consideración el aspecto de relaciones familiares* en la vida de los niños, se llegó a la conclusión de que estas son un predictor mucho más importante en la calidad de vida de los adolescentes que el tiempo que pasan en línea.
Debido a que no todos los países estudiados mostraron una disminución de la salud mental de los niños a causa del tiempo que pasan en Internet, el estudio plantea necesario una reestructuración de las investigaciones y centrar los esfuerzos en otras cosas, tales como la situación socioeconómica de los niños, así como sus relaciones familiares o redes de apoyo.
Si bien es cierto que es necesario cuidar el tiempo promedio de uso semanal de Internet por parte de los niños, cosa que hoy en día es aún más difícil considerando la pandemia y el paso de la educación presencial a una educación en línea, es necesario no descuidar ciertos aspectos no relacionados con el Internet y que eventualmente afectarían de mayor manera a la salud mental de los adolescentes. A pesar del encierro, se hace un llamado a que las familias traten de mantener una sana convivencia con sus hijos, instándolos a que desarrollen actividades prácticas y que no involucren estar conectado en línea, esto para no perder el desarrollo de ciertas habilidades, sobre todo en las etapas de aprendizaje.
Asimismo, se puede hacer un llamado de atención al Estado y las instituciones educacionales para que cuiden la salud mental de los jóvenes no solo al observar el tiempo que los tienen en línea estudiando o realizando deberes, sino que proporcionando una educación centrada en tratar de establecer buenas relaciones con la familia y los amigos. Además de que el Estado realice planes para ayudar a los sostenedores de la casa a que puedan mantener un nivel de ingresos que permita vivir de manera tranquila y segura a toda una familia.
Si se quiere ayudar a niños y adolescentes a mejorar su salud mental, es necesario dejar de compararse con otros países y velar por una enseñanza que no solo les permita aprender de manera teórica, sino que logren desarrollarse correctamente con otras personas.
Relaciones familiares*: En el estudio se realizó el análisis desde la calidad de la relación que tenían los adolescentes con sus familias y amigos. Así, la encuesta incluyó tres preguntas acerca de las relaciones que tenían los niños con sus familias (ser ayudado, ser escuchado y sentirse seguro en casa) y amigos (recibir ayuda, apoyo y hablar con ellos sobre sus problemas). Así, cada pregunta se podía responder en una escala de cuatro puntos desde “nada cierto” hasta “muy cierto”.
Daniel Kardefelt Winther, Gwyther Rees, Sonia Livingstone. 2020. Contextualising the link between adolescents’ use of digital technology and their mental health: a multi‐country study of time spent online and life satisfaction. The Journal of Child Psychology and Psychiatry Disponible en este enlace