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Hace poco vimos estudiantes universitarios de diversas carreras reclamando por la sobrecarga académica y el impacto en su salud mental. Muchos adultos los calificaron como una pataleta millenials o simplemente de flojos. Sin embargo, su queja parece ser la punta de lanza de una situación mucho más profunda. Actualmente, estamos viviendo un cambio de era promovido por las tecnologías digitales, y los jóvenes de hoy son la generación puente entre esos dos mundos. Esa tarea no es fácil, ya que ellos tienen que cumplir con las demandas de dos sistemas productivos distintos, a la vez de tener que explorar y negociar, casi sin ayuda de las generaciones anteriores, las prácticas adecuadas para navegar el nuevo ambiente digital.
Por esto es que no parece raro que la protesta haya empezado con los estudiantes de arquitectura, tradicionalmente una carrera con alta demanda de trabajo manual, cuyos estudiantes siguen teniendo que hacer maquetas milimétricas, a la vez de hacerse hábiles en Autocad 2017 o 2019, el software más popular en arquitectura. Además, estos y los demás jóvenes intentan entrenar las habilidades para un futuro incierto laboral y socialmente. De este modo, esta protesta es un buen ejemplo de la brecha y distancia cultural entre la generación “análoga”, con sus hábitos y prácticas, y las generaciones millenial y siguiente (iGeneration o Z).
Las demandas parece que no bajarán, una economía en red, alimentada por inteligencia artificial y la automatización crean nuevos y gigantescos desafíos en lo laboral. Y en lo social y político, es probable que las campañas de desinformación, la baja en la confianza en las instituciones y la entrega de información privada a grandes corporaciones harán al ciudadano sentirse cada vez menos empoderado para participar en forjar sus propios destinos y el de sus comunidades.
Es por esto que es necesario que asumamos esta tarea entre todos, si no, solo les traspasaremos la carga a las nuevas generaciones. No podemos excusarnos en los eslóganes de “nativos digitales” versus “inmigrantes digitales”, esa aproximación solo generará una generación de “huérfanos digitales” que los hace carne de cañón frente al nuevo mundo. Todas las personas debemos construir en conjunto una ciudadanía digital, lo que implica modificar los lenguajes, códigos, normas y sistemas de información del pasado para que puedan permanecer relevante, mantengan su estatus y utilidad como conocimiento y valores compartidos en el nuevo contexto.
Por: Luis Santana, Director Académico Programa Formando Ciudadanía Digital
Columna publicada en La Segunda